Una de las costumbres de muchas personas simpáticas, prometedoras, hábiles y hasta estrategas políticos es hacer ofrecimientos a simple abrir de boca y después pensar en el problema en que se han metido.
No obstante, la gente le cree y luego empiezan las demoras en el cumplimiento de la oferta. Siempre la respuesta será «eso viene», «estamos en eso», «es un proceso», «ya casi… tengo todo resuelto para empezar» y muchas frases mas, las cuales salen de una bitácora elaborada por un asistente hábil que se compromete a no hacer quedar mal al jefe.
Eso es un estilo de muchos para consuelo de pocos. Es una forma de querer hacerse gracioso, provocar murmuraciones y estar en la palestra.
En otros casos, es una tremenda introducción de las extremidades inferiores sin posibilidad de sacarlas pronto para quedar bien, como rezaba aquella famosa trova de Pototo y Filomeno, que aún es utilizada como modelo por algunos como excusa consoladora.
Lo que muchos dominicanos no asimilan o no se atreven a criticar abiertamente es que un Jefe de Estado en visita oficial a un país más avanzado que el nuestro se atreva a ofrecer espejitos a sus habitantes como lo hicieron los conquistadores de este lado del mundo.
La aplicación de Youtube es una escuela para cualquier ser humano del planeta tierra que desee aprender a elaborar longanizas, sancochos cibaeños, butifarras, chen-chen, sombreros de cana, pasteles en hoja, güiras, tamboras, grayumbas y todas esas piezas típicas que antes se vendían en tiendas de regalos o «giftshop», las cuales, hoy en día venden más pinturas y colecciones de arte haitiano o norteamericano que criollos.

Ya los turistas no compran tarjetas postales para colocarles un sello de correo y enviarlas a sus familiares y amistades echándolas en un viejo buzón en la zona colonial y con absoluta seguridad de llegaba a su destino. Cada visitante de esta época anda con un teléfono celular de ultima generación para hacer fotos y de inmediato subirlas a una red o enviarlas por correo electrónico.
Si a cada visitante de la República Dominicana procedente de un país o de varios países se les ofrece un curso para aprender a bailar nuestra música, se necesitaría de una infraestructura especial con una estructura tan diversificada y compleja como la de inocular a cada visitante que arriba a un puerto sin tarjeta de vacunas.
Sin ofrecer más detalles, dejamos a la imaginación de quienes lleguen a este párrafo con su lectura, lo que significa aprender a bailar merengue si no es ensayando por un periodo de tiempo que podría superar con creces la estadía del visitante.