En 1942, con la declaración de la Segunda Guerra Mundial, anunciada por varias potencias, se impide la entrada a República Dominicana de un sinnúmero de mercancías, entre ellas, alimentos de uso cotidiano y muchas otras que servían de materia prima para ciertas industrias, por lo que el país se vio aislado, a causa de las acciones bélicas de las naciones en conflicto.
En 1944, ocurrió una gran sequía que causó la mas terrible hambruna de todos los tiempos, llamada: “crisis centenaria’’, al coincidir ésta con el primer centenario de la independencia.
Para junio de 1942, el gobierno había promulgado la Ley No. 16, que crea Comedores Económicos del Estado y el 17 de julio de 1944 emite el decreto 2052 que los regula, para que funcionen en esquinas cercanas a los locales del Partido Dominicano, o en el propio partido, para ofrecer a la población pan, leche y otros comestibles.
Los campesinos que no tenían a su alcance las facilidades de los comedores económicos comían “caquito de maíz”, una variante muy rudimentaria de lo que hoy en día se conoce como «chenchén».
En lenguaje coloquial, surgió un refrán de esos que salen espontáneamente del humor criollo para disipar las crisis: “Caquito por la mañana, caquito al mediodía y si Dios no mete su mano, caquito tres veces al día.”

La situación de hoy en día es semejante a la del periodo 1942-1945 como consecuencia de la invasión rusa a Ukrania y su secuela de alteraciones al comportamiento de la economía mundial, dominada por los grandes emporios que tienen la capacidad para decidir lo que más les convenga en términos de explotación de las riquezas del planeta.
La personalidad de la generación prevaleciente está manipulada por McDonald, KFC, Wendy´s y ni hablar de Cocacola, Pepsicola y otras sustancias de incalculables efectos dañinos para la salud.
La alimentación de los dominicanos está dependiendo en más de un 50% de «pollos gringos», criados en granja para hacerlos «aptos para consumo humano» en 45 días, a base de hormonas de crecimiento e insumos que se elaboran con residuos de maíz importado, soya importada, etcétera.
Hay que aprender a sembrar y consumir lo que la tierra produce e ir poniendo freno al consumismo dirigido o nunca habrá paz y así no pueden seguir las cosas.
Si la pandemia por el Covid19 ha obligado a la población a quedarse en casa, ahora es necesario dar continuidad al recogimiento para no gastar más de lo absolutamente necesario en combustible, transporte y muchos gastos superfluos a los cuales han acostumbrado a los dominicanos.