Los elefantes nunca olvidan las ofertas que se hacen y no se cumplen.
Tampoco olvidan algunas cosas que se hacen por sorpresa.
Salen a relucir como si fueran el conejito o la paloma blanca del sombrero de un mago y sorprenden a los contribuyentes con enormes inversiones que atemorizan, ya que a todas luces parecen innecesarias.
En la región este de la República Dominicana se han visto algunos ejemplos, entre ellos una Plaza para corrida de toros en Hato Mayor y un inesperado aeropuerto en Bávaro que ahora resulta “lesivo al interés público” por una serie de razones expuestas recientemente por el Instituto Dominicano de Aviación Civil (IDAC).
Las promesas de campaña, muchas veces, no son de ninguna importancia para el oferente, pero como candidato que necesita conseguir votos, ofrece de todo y en caso de ser elegido, solamente cumple las que son de su interés.
Ese interés se mide en función de lo que le pueda reportar como ventaja personal la ejecución de una obra.
El típico ejemplo ha sido vivido en los últimos siete u ocho años con grandes inversiones en infraestructura con el propósito de obtener ventajas mediante el otorgamiento de obras a vinculados o vinculadas con fines de que aportaran económicamente con la gestión proselitista del candidato gubernamental.
En Nagua hay un malecón inconcluso, en Azua una vía de circunvalación que ha sido calificada como prioritaria, pero ahí está la trocha llena de matorrales y algunos chivos que hacen delicias de las yerbas que van creciendo.

Ahora tenemos un gran dilema:
1) El costo del año escolar 2020-2021 ha sido estimado en 50,000 millones de DOP.
2) Será imposible poder llegar a toda la población escolar por vía virtual y se corre un gran riesgo sanitario con efecto multiplicador si se abren las escuelas.
3) Países como Alemania, España, Francia y otros más están tomando medidas urgentes para confinar a la población, mientras en República Dominicana disfrazan un establecimiento de diversión como templo de oración para hacer fiestas durante el periodo de emergencia.
¿Cual es la solución?
Hay que invertir esos 50,000 millones en alimentación apropiada para reforzar la salud a base de vitaminas y otros medios para subirle las defensas a la población. Nunca deberá pensarse en llenar la barriga de la gente a base de carbohidratos y baratijas en funditas que dan pena.
Las boticas populares deben obsequiar o vender kits de suplementos alimenticios a base de vitaminas C, D y otras que sean aconsejables para subir la defensa de la población.
Solamente así podrán esperar a que termine el peligro de la pandemia para que la enseñanza pública se reactive como aconsejan las circunstancias.