
Según la mitología griega, la caja de Pandora fue un recipiente que portaba la primera mujer creada por Hefesto, dios del fuego, la forja y otras deidades más, por orden de Zeus, para ser portadora de todos los males del mundo.
Pandora se ha encargado de abrir muchos males en el mundo, entre ellos el COVID19, pero muy particularmente en República Dominicana con la ocurrencia de muchos actos pecaminosos durante la etapa de la cuarentena y el toque de queda.
Al azar, se pueden identificar el fuego de los vertederos, el polvo del Sahara, los concursos amañados del Inaipi, los desaires al PRM por haber donado “carpas calurosas” para ser usadas como refugio para afectados por la pandemia, mentiras comprobadas en la comparación de ciertos datos oficiales con la realidad, el efecto peregrino en Puerto Plata y las mentiras dichas por la iglesia católica al respecto y lo que falta.
Los efectos de la apertura de esa maldita caja todavía no se han completado.
Imagínese usted que sean complacidas las pretensiones de algunos comerciantes, quienes exigen, la reapertura inmediata de las actividades paralizadas desde hace casi dos meses.
Pandora llegaría a un salón de belleza con un blower en la mano izquierda y un cepillo de cabello en la mano derecha, se trasladaría a un liquor store o a un colmadón con una Jumbo bien fría en la derecha y cuatro vasos plásticos en la otra, para juntarse con tres amigos y amigas para charlar un poco y quitarse el calor que azota al país en este mes.
Esa Jumbo se irá repitiendo una y otra vez, llegarán más amigos, con bozales, pero empiezan los chistes de la cuarentena y se los van quitando poco a poco y dejando sus rostros al desnudo.
Con eso fomentan el acercamiento social, quebrantado durante 60 días que han parecido seis décadas.
Llega uno de los amigos del grupo y de inmediato es recibido con mucha alegría:
– ¡Panchito! ¡Muchacho! Y tú estás vivo?
– Si, vivo aún. Tú sabes que el tío mío trabaja como chofer del hermano de un asistente de un Ministro y tan pronto mamá le dijo que yo tenía fiebre me mandaron a buscar, me hicieron todas las pruebas y me inyectaron de tó. Duré nueve días encerrado en mi casa, le hicieron prueba a mamá a cholita, minguín, chela y hasta a una cachorrita chihuahua que ella tiene.
-Nadie más salió con la vaina esa?
– No, pero no te puedo negar que nos trataron bien.
– Dinos la verdad Panchito. ¿Tú también cobras en el gobierno?
– Bueno, mira. A mi no me gusta esconderle las cosas a mis amigos y espero que esto no pase de aquí, pero yo recibo una boronita, al igual que Bulín, Pimpo, El Jabao, Virila, y hasta a la Fregá le sale su chequecito.
– Págate la otra ronda y luego nos volveremos a juntar aquí mismo para seguir hablando.
El próximo encuentro no será posible por ahora. ¡Todos los que compartieron el momento fueron contagiados por Pandora!