A partir del 27 de febrero de 2020, la historia dominicana tomará otro rumbo .

Los elefantes han anotado muchos puntos acerca del discurso de rendición de cuentas pronunciado el 27 de febrero de 2020 por el señor presidente de la República Dominicana, ante la Asamblea Nacional.

Ha sido un gran discurso. Elaborado con una técnica infalible para transmitir ideas y conceptos, pero no se apreciaba ninguna conexión emocional entre quien lo pronunció y lo que está escrito.

No disfrutaba del pleno goce de una exposición de despedida de un mandato de ocho años sabiendo qué hay asuntos muy positivos en su gestión que merecen ser tratados con gran alegría y satisfacción.

Se notó como si fuera un simple comentario de un tercero en un ambiente de ensayo de una obra de teatro.

Los elementos negativos de su gestión pudieron haber influido, pero ninguno fue mencionado. Deuda, corrupción e impunidad son términos que no aparecen por ningún lado en su exposición.

Todos saben que muchas obras de las que el presidente debe sentirse orgulloso tienen un alto componente de corrupción en su presupuesto.

La OISOE lo sabe y hace mutis, también lo saben muchos ministros, el Procurador General de la República, la Dirección de Compras y Contrataciones Públicas, la Cámara de Cuentas, los contratistas, la Contraloría General de la República, entre otros.

¿Alguien puede afirmar que el presidente no habló de esas cosas porque no lo sabe?

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