El 25 de septiembre de 1963 marcó nuestra historia con una mancha que para muchos es y será imborrable por siempre.
Para otros, los objetivos políticos coyunturales hacen que se olviden los agravios, pero, a quien Juan Bosch trató como un hijo y lo encarriló por una gran carrera política no le queda bien asumir pactos con quien lleva la sangre de un conspirador impenitente.